miércoles, 25 de agosto de 2010

Esto va por tí, cariño.

Yo le quiero por muchas más razones que todos vosotros, no hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por él, porque nadie la pierde tanto como yo, ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, esa manera de hacer las cosas que mueve mundos, pero además yo le he visto serio, ser él mismo, y en serio que eso no se puede escribir en un poema, por eso, eso que me cuentas de que mírale esos ojos, que tiene una mirada que mata, y que fácil parece a veces enamorarse, todo eso de que él puede llegar a ser ese único puto motivo de seguir en vida, y a la mierda con la autodestrucción, todo eso de que los besos de ciertas bocas, saben mejor, es un cuento que me sé, desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre, pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que él aparezca de golpe y de frente para decirte, venga damos una vuelta y me lo cuentas. No sabes lo que es despertarte, y que él se retuerza, y bostece, luego te abrace, y no sepas como deshacerte de todo el mundo. Así que supondrás que yo soy la primera que entiende que pierdes la cabeza por su sonrisa, y el sentido por sus palabras, y los ovarios por un mínimo roce de mejillas, que la suspicacia, los disimulos cuando él pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte, son algo con lo que yo ya cuento, pero yo también le veo, que él cruza por debajo del cielo, solo las tontas miran arriba. Que sé como agacha la cabeza, y levanta la mirada, y se muerde el labio superior, que conozco su voz en formato susurro, y en formato gemido, y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices, y el sitio en el que le tienes que tocar en su tripa para conseguir que se ría, me sé lo de sus rodillas y la forma en la que toca las cuerdas de una guitarra. Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores, y yo si que no sé como decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espada que las que nadie tendrá jamás con la luna. Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente él, vendigo a ese puto milagro, que supone que exista, que le he visto hablar por encima de artistas que valían mucho más que estos dedos, pero ni uno solo que valiera la mitad de lo que él vale. Y le he visto hacerle competencia a cualquier anochecer por la ventana. No me hablen de paisajes si no han visto su rostro, y solo los sueños pueden posarse sobre las nueve letras de su nombre, que os entiendo, que yo os escribo sobre él mismo, sobre lo mismo, que razones, tenemos todos, pero yo, muchas más que vosotros.

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